Los artistas plásticos tienen por lo general una mirada mucho más agudizada hacia el tema del medio ambiente que los demás humanos. Esto porque su capacidad de observación del paisaje enseguida percibe los cambios que provocan el hombre y los elementos de la naturaleza en lo que ven.
En el 2019 Raúl Recio (1965), mostró en el Centro Cultural de España sus Paisajes químicos. Un llamado de atención al tema medio ambiental, producto del aislamiento rural que el artista experimentó en el 2019 como una premonición de lo que vendría. Así que cuando la pandemia apareció Raúl estaba reciamente acostumbrado al aislamiento, el cual se extendió por un año más, en el cual la observación del paisaje ha parido esta muestra que inaugurará ahora en Quinta Dominica. «Paisaje que probablemente desaparezca producto de la ignorancia y de la angurria por extraerle a la tierra LO QUE SEA», apunta el artista.
«Paisaje de la memoria», que tendrá su vernisage el jueves 4 de noviembre en Quinta Dominica a las 6:30 de la tarde, habla de la madurez absoluta de un tema que lleva años abordando y donde las palmas, los arroyos, las lomas, las grandes piedras de los ríos conforman un conjunto visual que no aburre y que por el contrario se multiplican en nuevas obras donde el color habla a su manera en dependencia de la intención del artista.
Habla esta muestra individual también de un estilo que tienen deudos caribeños en los «Ciclones caribeños» de Flora Fong, en el espíritu de lo que Lam decía en sus cuadros y hasta en el verde aquel sobre el cual Chagall -que nunca había estado en el Caribe pero que adivinaba desde la aldea de Vítebsk- ponía a volar los enamorados. Porque el Caribe a fin de cuenta es un crisol de culturas en un solo paisaje, más o menos manoseado por el hombre. Y a la vez un paraíso que Dios puso a medio camino entre las dos culturas más influyentes de los últimos siglos: la europea y la americana.
En Raúl Recio, el Paisaje de la Memoria Vol. I lo componen cuatro grupos, que se dividen en luz del amanecer, luz del medio día, luz del atardecer y luz del anochecer. Se trata de pequeños paisajes en acrílico sobre canvas que quiere convertir después en murales. Porque el grito del artista no se detiene ahí. Es tanta su indignación que ha pensado en un autoexilio en el extranjero, producto de lo que llama «vacío cultural en que se encuentra el país». Y podrá permanecer o no el artista en República Dominicana, pero su obra es una de las confirmaciones más rotundas de lo esencialmente dominicano en las artes visuales.
La indignación tiene caminos siempre diferentes, en el caso de Raúl Recio, a través de un indiscutible dominio de las formas y los colores, como esas cajas de piedras que guardan con especial recelo los minerólogos, que él dispone a los ojos de los demás con la precisión del que sabe dónde está cada linea imaginada y cada salpicadura de agua.
Ojalá que los encargados del arte público -que no está en manos del Ministerio de Cultura- se den cuenta que están ahogando de kitsch las paredes de algunas ciudades, miradas demasiado ingenuas sin que podamos llegar a decir que es arte naif. Otras veces demasiado carnavalescas. Pero muy lejos de lo que pueden ofrecer los verdaderos artistas plásticos del país. Como Raúl Recio, una de las observaciones más atractivas e influyentes del color local.
Fuente: https://notaclave.com/raul-recio-el-pintor-indignado-que-habla-con-la-tierra/