Ciudad Colonial

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Versión: Tapa dura

Aunque Santo Domingo es la ciudad más grande del Caribe, su esencia vital aún late en su centro histórico: la Zona Colo­nial. Llegando desde el este, vislumbras sus murallas en la orilla opuesta del río Ozama, levantadas entre la ribera y el mar agitado. Desde hace más de 500 años, a través de esta antigua colonia europea en América, la historia no ha dejado de soplar – suavemente como los vientos alisios, o con la furia de un huracán. A diferencia de las zonas de patrimonio histórico de otros países, que suelen verse como zonas-mu-seos, la Zona Colonial está en permanente cambio. Seas dominicano o viajero, siempre la descubres por vez primera. Pero paradó­jicamente, tan pronto paseas por sus calles estrechas, sientes que has vivido toda la vida en este lugar. Que desde hace déca­das pasas por delante de estas fachadas derruidas con su azul vuelto gris y su ocre desteñido en blanco. Que las fachadas han sido agrietadas y manchadas por siglos de soles llameantes y lluvias torrenciales; que heléchos tenaces brotan de las grietas en los muros medio en ruinas. Aquí y allá, un balcón de hierro forjado cuelga tan torcido como los borrachos que deambulan abajo en la calle. Colmados que caben en un bol­sillo se esparcen entre sinuosos callejones: sus mostradores de madera como bares improvisados, donde los vecinos hacen cuentos bajo la estridencia de las melodías caribeñas. Prosiguiendo el paseo, llegas a tranquilas plazas arboladas, para luego atravesar iglesias góticas y renacentistas, o nobles casas hechas de piedra coralina. Una Roma tropical te rodea, cargada de buganvillas y enredaderas de flores de trompeta. Te maravillarás ante los arcos, las columnas, las naves abovedadas, los palacios; pero también disfrutarás de los hogares mas modestos, con sus alegres colores y sus chucherías de plástico, clara­mente visibles desde la acera. Si te detienes ante una ventana abierta, alguien te invitará a entrar. ¡Hola! ¿Qué hay? ¡Cuánto tiempo! ¿Está visitando de nuevo? ¿O es que nunca se fue? Hoyt Rogers, Traducido por Frank Báez

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